Después de largas horas de meditación y consulta de numerosos textos puedo concluir que la solución a todas los problemas se encuentra en la gastronomía oaxaqueña.
El domingo por la noche buscaba con genuino interés en Bartolomé de las Casas, en San Nico ranch el lugar donde me habían dicho que vendían Tlayudas. Después de recorrer desde Alfonso Reyes hasta Barragán sin encontrar el lugar, dimos vuelta y regresamos al punto de partida, resignadas a no cenar nostalgia de los viajes veraniegos pasados. Pero ya de regreso mi hermana gritó triunfalmente: Ahí está!. Efectivamente el lugar estaba frente a nosotras y no lo habíamos visto la primera vez.
Entramos al pequeñísimo local, calor del infierno todavía, consecuencia de un día más de 40º en el pueblo. Afuera había un par de mesas al aire libre y decidimos sentarnos ahí. Luego de ordenar y tras una breve espera tuvimos ante nosotras las mágicas tlayudas con tasajo. La foto, ya saben, ritual acostumbrado ante cosas altamente interesantes de mi cotidianidad y luego a cenar.
Ahora bien, con respecto a mis argumentos acerca de las vastas bondades de la gastronomía oaxaqueña en la problemática diaria que me acongoja debo destacar lo siguiente:
Como pudieron darse cuenta en el post anterior, las cosas en mi cantina no están nada favorables, los días pesan, a veces te obligan a arrastrarte. Los domingos son peores.
A pesar de ser el día de la semana que más odio, el pasado fue bastante aceptable: Acompañé a mi hermana a desmontar las fotos de su exposición a un café por la Purísima (la iglesia esa tiene página..que pedo!), luego al local tradicional frente a la plaza (al cual nunca había ido) a comer fresas con crema, porque elotes con este pinche calor, ni de chiste.
Después al mercado de artesanías y antigüedades del Barrio Antigüo, donde comprobé una vez más que estoy vieja. Verá usted, lector inexistente: había un grupo tocando justo cuando llegamos y yo no estaba enterada. Esto tiene relevancia porque la dueña de esta cantina empolvada solía estar al tanto de cuanta tocada, evento, mitote y peda se fuera a dar lugar en el Barrio. En fin, el caso es que vimos de todo y mi hermana hizo gala de su recién estrenada solvencia económica comprando una cámara.
El día finalizó cuando cenamos tlayudas de nostalgia por los viajes pasados a Oaxaca, cuando la vida era menos perra... quizás solo menos brava. Todo lo anterior me lleva a concluir que: los domingos no son mis enemigos, siempre y cuando me largue a la calle, aunque sea solamente a insolarme y hacerme pendeja, las fresas con crema en la purísima saben bien, DEBO ponerme a dibujar algunos bodegones de señora o unos garabatos cualquiera y decir que es arte abstracto para venderlos el próximo domingo, también revisar bien mis cajones y el resto de la casa en busca de cuanta cháchara inservible pueda vender como antigüedad y mucho más importante que todo: ya venden Tlayudas en mi pueblo, para cuando tenga ganas de salir corriendo a casa de mi abuela (en Oaxaca) y no pueda hacerlo, por lo menos ir a cenar.
1 comentario:
Debo confesar que entre a tu pagina buscando los componentes de las tlayudas y no pude contener mi lectura hasta ver el fin de tu ensayo "Los domingos contra mi" o "Gracias tlayuda y fresas con crema por salvar el domingo". Considero que eres dificil de convencer y quizas seas una persona sola y aburrida que le teme a los fines de semana por ser los días que no tienes que hacer. Pero bueno me encanto tu ensayo, disfrute de tu escritura y me pase un rato agradable. Gracias por esto.
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