22 de octubre de 2009

Lucio

Entre las cosas que más disfrutaba estaba el matar pequeñas criaturas: gatos, perros, ratas. Todas llegaban a su casa por sí solas, atraídas por la basura y los restos de comida.
Le gustaba tomarlos por el cuello y asfixiarlos, otras veces simplemente los pateaba hasta que dejaban de moverse, de intentar huír. A las ratas en particular las cazaba, tomándolas por la cola y azotándolas contra el suelo.
Su vida transcurría entre los silencios diarios y los lamentos de la víctima en turno. Vivía solo y así era feliz. Matando animales se sentía poderoso, sabía que no podría enfrentarse a un hombre de su tamaño o más pequeño. Nunca había sabido cómo relacionarse con ellos, mucho menos enfrentarlos.
Cuando niño había tenido mascotas como todos, perros particularmente. Mientras jugaba con ellos se sorprendió muchas veces alucinando que tomaría un cuchillo para atravesarlos de un golpe. Luego se sentía culpable de tan solo pensarlo, algo debía estar muy mal con él para considerar siquiera hacerle daño a su perro. Volvía a abrazarlo mientras contemplaba de nuevo la imagen del perro sangrando sin vida.

1 comentario:

The Lizard dijo...

años despues son asesinos seriales que chido.