21 de abril de 2010

La verdad es que no tengo a dónde ir. Bueno sí, pero la escuela no suena atractiva y las fotos callejeras tampoco. Tengo hasta el 23 para entregarlas y no sé ni qué día es hoy. Implica entrevistar personas y pues, no acostumbro interactuar por gusto. La clase de piano se quedó en proyecto, llegada la hora tampoco fui. Mi principal cualidad es la constancia, sí.
Yo que pensé que la apatía era cosa de mi ex facultad y resulta que también en el TEP la tenemos. Acabo de hablar con dos personas que coinciden en no tener ganas, ánimos o intenciones de pararse ahí pronto. Pero sucede que estoy cayendo en la rutina y según Dory, me (nos) falta salir, por que la vitamina D se obtiene del sol y con tanto día nublado, encerrada, la estoy perdiendo. También considera que permanecer en el messenger como invisible y sin hablarle a nadie es otro síntoma del encierro. Yo creo que le tomaré la palabra, iré al Tep y espero no arrepentirme. Eso, siempre y cuando logre salir de mi cama. Tal vez no sea tan mala idea que se le vuelva costumbre a Sakura el despertarme de un salto en la cama, una hora antes de que suene la alarma.

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