14 de abril de 2010

No quiero saber, sólo quiero dormir.


Hasta ahora son dos días de una estabilidad sospechosa. No creo en un remedio mágico e inmediato pero tampoco me interesa averiguar la verdadera razón. Aprovecho que se presenta y espero con miedo a que mañana todo se acabe y volvamos a la programación normal. A final de cuentas esta sensación de miedo se me está volviendo una costumbre y aunque no es placentera, no tiene intenciones de irse. Me impide conciliar el sueño hasta la madrugada  y a abrir los ojos por las mañanas con la expectativa de que durante el tiempo que logré dormir, mientras no estuve alerta, se haya caído a pedazos mi universo. Encontrar los restos y no saber qué hacer.

Mientras  tanto, en la ciudad no deja de llover, en la casa de mazapán tampoco.

No hay comentarios: