5 de mayo de 2010

Ficciones nada más.

Todavía no lo supero. Debe ser por aquello de que las penas con pan son menos y aquí ni hay pan ni hay nada.
A fin de cuentas yo empecé este cuento y debo terminarlo. Me estoy volviendo cuentera. Improviso historias a la menor provocación, el problema viene después cuando los personajes exigen un desenlace y no lo encuentro. Por que la dificultad está en eso: saber darle un cierre digno a las historias que inventamos. Yo no sé hacerlo. Me emociono en construir la anécdota, armar los personajes y la historia se me va de las manos. Cuando me doy cuenta el interés se perdió y me quedo con mi cuento y nada más. En esa parte estoy, tratando de encontrarle un final a una historia que no quiero que termine.
Mientras sigo de cuentera la vida se me va en sentimientos absurdos. El tiempo se me está acabando y en lugar de hacer algo, sigo buscándole arreglo a una mala historia, pésima desde el principio.

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