Cuando estoy en el patio me dan ganas de tirarme al suelo y ver las nubes. Hacer como que estoy sobre el cofre del auto en el que veía las estrellas, soñando con un futuro que ya llegó.
Vino como se le dio la gana, sin garantías ni buzón de quejas. Nadie me advirtió que las cosas podrían tomar un rumbo inesperado y que yo tendría que adecuarme.
¿Cómo le explico a S que así no pintaba la vida entonces?
Peor aún, cómo debatir su argumento lapidante:
Nunca hemos sido felices