Aparté un poco de dinero para llevarte algo del viaje al que no me acompañaste. Luego del robo la noche anterior no tenía mucho, así que compré un cuadro pequeñito con la reproducción de Ciencia Inútil o El alquimista. Quería que tuvieras algo de recuerdo. Quería que supieras que me acordaba de ti, aún estando acompañada. ¿Cinismo? no, era en todo caso, la certeza de que las cosas nunca serían fáciles. Que quizás nunca existiría (ió) un nosotros y que aún así pensaba en ti.
Posiblemente no lo recuerdes ya, tal vez ni siquiera lo conservaste, pero yo tengo muy presente haberlo comprado y luego entregártelo.
Quizá por el hecho de tratarse de Real, porque la noche anterior nos robaron en el hostal y al día siguiente apenas nos alcanzó para medio comer. Cooperamos para que nadie se quedara sin café, al menos. La resaca y el frío de noviembre no ayudaban. Pero ésta tonta seguía pensando en llevarte algo. La misma que nunca estuvo sola durante el viaje, la que tuvo su pelea de novios -no novios- con escena de celos incluída.
La que se recostó junto a la fogata en el ruedo sólo por que así podía ver mejor las estrellas.
Hasta que se dio cuenta que aún estando acostada el mundo no dejaba de girar y que el mezcal no era su mejor amigo. La que trató de regresar al hostal sola y en medio de aquella oscuridad un perro salió a su encuentro lanzándole una mordida a la pierna, apenas fallando por poco. Los pantalones amplios nunca fueron tan oportunos y el alcohol tan efectivo para el valor. Ésa que jaló con fuerza para zafarse de aquellos dientes aferrados a la tela. Mirándolo a los ojos y el perro gruñendo .
Una vieja Melissa que no le temía y siguió caminando mientras él aún ladraba.
Una vieja Melissa que no le temía y siguió caminando mientras él aún ladraba.
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