Cuando tenía seis años me enteré que iba a tener una hermana (o).
En alguna visita al doctor me preguntaron si quería escuchar el latido de mi hermanita. Contesté que sí, me pusieron el estetoscopio y no escuché nada. Cuando preguntaron si lo oía dije que sí. Tenía seis años y ya era una mentirosa, ¿ven?
Luego trajeron a un ratón blanco, muy blanco y calvo, muy calvo a casa. El ratón creció y también su cabeza. Durante mi primer viaje a Oaxaca el ratón mutó. Habían pasado dos meses y el ratón se alargó, sus ojos crecieron y también su cabello.
Durante toda su infancia mi hermana usó un corte de cabello que la hacía parecer un niño. La gente la confundía y había que aclarar que se trataba de una niña.
Te amo, ratón.
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