El problema es que no fue momentáneo como le pasa a la mayoría. Se volvió permanente y ya no sé qué hacer para dejar de sentirlo.
Quedé con Lety de contarle mis nuevas tragedias el domingo. Si me animo, le dije. Lo dudo, ¿cómo explicárselo si ni yo sé bien qué está pasando? Tal vez decirle que los imposibles me atormentan, que el destiempo es mi principal enemigo. Que llegué tarde siendo la persona equivocada y de ahí mis nuevas tristezas.
Que de nada me sirve callar. Siempre vuelvo, aunque sepa que es inútil.
Necedades, ¿para qué? Nada ha cambiado, no va a pasar.
Dejemos entonces que ella sea la que hable o bien, la futura novia.