Tres pasos al frente dos hacia atrás. La marcha de las cosas, el orden arbitrario de mis días. Mañanas que parecen prometer y noches que te regresan al sitio inicial. Hay calma en casa, de la mala. Esa que te hace pensar que si das un paso en falso todo se puede venir abajo. Entonces recuerdo diciembre y me digo que nada puede ser peor ya.
Me voy a la cama esperando que llegue el día. Uno, cualquiera, el que marque la diferencia. No sé qué espero que pase o tal vez sí pero me da miedo ponerlo por escrito. Sólo sé que estoy en espera y que tanta pausa, todo este silencio debe tener un fin. Algo debe estarse gestando, una razón debe haber para tanto y tanto. Porque si ese día no llega, si la explicación no existe y todo es una simple repetición infinita de sucesos disparatados, sabré que cometí el error más grande de mi vida hace años. Elegí mal, me equivoqué y todo será en balde.
Llegar al final y no encontrar nada. Ese es el miedo.
Llegar al final y no encontrar nada. Ese es el miedo.