Estamos en tiempos de sacudidas. Para muestra, ayer presencié un robo por primera vez. Todo fue muy rápido y confuso, iba en un camión rumbo al taller luego de haber comprado óleos en el centro. Sucedió en una ruta que nunca había usado, pero que descubrí me dejaba justo en la entrada. Subí en Galeana y Matamoros al ruta 331, una vez que llegamos al cruce en Juan I. Ramón y Cuauhtémoc tres tipos que habían subido juntos pero se sentaron separados [uno de ellos detrás de mi], se pusieron de pie. Se acercaron a la puerta de entrada, uno le preguntó al chofer si había parada ahí, el otro se quedó detrás y el tercero le habló al chico que estaba en el primer asiento escuchando música. Se quitó uno de los audífonos para escuchar lo que el tipo le dijo y entonces lo amenazó con una navaja acercándola a las costillas e insistió. El chico sacó el celular, desconectó los audífonos y se lo entregó. El tipo se embolsó el celular, la navaja y bajó tan campante con los otros dos. Todo mientras el chofer veía lo que pasaba y amablemente se detuvo para que los tipos bajaran. El chico al que robaron volteaba incrédulo a vernos, yo seguía congelada. Resignado guardó sus audífonos, ahora inútiles y miró por la ventana.
Para cuando reaccioné el camión había dado vuelta en Madero. Tuve el impulso de irme a casa, pensé que era el lugar más seguro para estar. Cruzamos Félix U. Gómez y estaba a punto de llegar a Fundidora. Muy tarde. Bajé y al llegar al taller busqué una cara amiga para contarle todo y pedir un abrazo.
Sólo podía pensar en que el tipo de la navaja estuvo sentado detrás de mí todo el tiempo, el que se sentó unos 4 asientos adelante volteaba y le hacía señas insistentemente, que saqué de la bolsa los óleos muy confiada en el camino y mi bolsa estuvo ahí a su alcance todo el tiempo. No traía mucho dinero luego de comprar material, pero el celular y el Ipod estuvieron a su alcance. Que quizás, de haberlos visto, hubiera sido yo a la que asaltaran. Todo eso y que quería irme a casa.
Finalmente me quedó una ansiedad acompañada de gastritis que duró casi todo el día y náuseas. Pinté para olvidar y a la salida, contrario a mis costumbres, me fui en metro. De alguna manera parecía más seguro que tomar un taxi, como siempre.
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