1 de mayo de 2011


Se terminó abril, un final muy al estilo de los López: puras tragedias. Las últimas dos semanas fueron una pausa larga interrumpida por las visitas al hospital.
 Ausencias. Aquí, allá, donde quiera. 
El lunes y la rutina, me resisto.  Igual que me resisto a las cercanías, ésas que me preocupaban tanto. Volví al estado cómodo de las distancias, a ser yo. A definirlas bien, marcarlas y mantenerlas. Por estabilidad. Ya no tengo prisa de nada, ni urgencia de nadie y creo que eso está bien. Lo que no esta bien son las pesadillas, dos noches seguidas y no quiero más.
 Necesito sueños sin angustias.

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