Todavía no logro entender los ires y venires [?] de las personas en mi vida. Personajes intermitentes en una historia plana y predecible. Intento dejarlas ir pero hay casos en los que no lo he logrado. Historias a las que sigo aferrada porque creo que fueron las más afortunadas. Los protagonistas están ausentes desde hace años y de repente una noticia se cuela entre conocidos en común y vuelvo a saber de ellos. No es sano pero así pasa.
Ahora, por ejemplo, insisto en una que apenas era el esbozo de lo que creí una gran historia. Me está costando tanto que, por momentos, me rindo y desaparezco. Abandono como lo hice con tantos bocetos que tengo olvidados en cuadernos. Me convenzo de que no puedo jugar todos los roles en una historia cuando nadie más quiere armarla. No basta con mi voluntad. Las pequeñas derrotas de saberme sola en esto me derrumban.
Recuerdo a José y la primera vez que le escuché [leí] hablar de una fermata. Justo en eso estoy, al menos por ahora.
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