Hace un par de noches soñé que veía a un maestro de la facultad con quien todavía me llevo. Lo primero que me decía es que me veía pálida y que si estaba perdiendo el cabello. Antes que un saludo o cualquier otra cosa me soltó lo del cabello y yo no sabía qué contestar. Me asomé al cristal de una ventana y en el reflejo de verdad parecía tener cabello muy escaso. Quise cambiar el tema y platicamos de otras cosas. Todo el tiempo me miró como cuando vemos a alguien enfermo, con pena.
Ese sueño fue corto, luego me encontraba en casa de mi abuela, parecía estar de vacaciones en Oaxaca. Me señalaba una caja que quería que le ayudara a ordenar. La abrí y en ella encontré muchos discos viejos, casetes y algunas fotos. Probé alguno de los discos en la tornamesa que -según recuerdo- era la misma que tenía mi papá en los 90's en nuestra cuarta casa.
Mi abuela decía que eran cosas de mi primo y otras más de mi abuelo. También me dió unos sobres grandes donde venían muchos papeles. Entre ellos encontré dibujos que recuerdo haber hecho en la prepa y otros más que reconocí pero no tenían sentido que mis abuelos guardaran, nunca los llevé a Oaxaca. Había textos viejos que escribí alguna vez, la mayoría seguramente los tiré al poco tiempo.
La noche anterior estuve viendo fotos y me encontré las que hace un año me envió mi abuelo. Todavía estoy en la etapa en que, cuando veo fotos de él no puedo evitar ponerme a llorar. Con mi abuela materna me pasó igual, no puedo hacerlo. Está muy reciente o no tanto, pero las imágenes me gritan a la cara que ya no volverás a verlos, nunca.
Mientras el tiempo pasa evito ver sus fotos, porque así duele menos o no sé. El caso es que soñé la casa de mi abuela y una caja llena de recuerdos. Que al ver las fotos de mi abuelo me esforzaba para no llorar delante de ella.
Cualquier sueño es mejor que mi pesadilla recurrente donde cientos de tortugas invaden el patio de la casa. Grandes, chicas, deformes y caníbales. Salen de todos lados y no se les ve fin.
Debería volver a escribir mis sueños.
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