6 de julio de 2014

Yo a usted no lo conozco

Es increíble la facilidad con la que te puedes volver un extraño para tu propia familia. Por ejemplo la no-relación que tengo con mi padre desde hace ya 3 años.  Todo empezó con la muerte de mi abuelo, mi hermana coincidió por primera vez con la nueva mujer de mi padre. Drama. 
Quedó de manifiesto que en una situación así, él prefería quedar bien con la mujer que con la hija. Desde ese roce no han vuelto a verse, ni hablarse. Él no ha intentado acercarse, pero frente a mi abuela y el resto de la familia hace airados reproches porque sus hijas ''no se acuerdan de él". 
Ya no sé qué siento, lo que sí es que cada vez me parece más uno de esos familiares a los que nunca ves, excepto por sus fotos y apariciones en las redes sociales. Esos que, si coincidieran conmigo en un lugar público, haría lo posible por evitar saludarlos y cambiaría  de rumbo. 

Eso sí, puntualmente cada año se toma la molestia de enviar el clásico mensaje para felicitarme en mi cumpleaños. Somos extraños, tristemente.

Era evidente desde antes la antipatía que le provocábamos a la nueva mujer, pero no  el que mi padre tomaría partido por ella, llegado el momento.  Ahora, ya rotos los lazos que quedaban, se da gusto publicando fotos familiares y felicitaciones públicas en ocasiones especiales. Como todos, claro. Pero antes solía ser más reservado con su vida personal, supongo que él también cambió.

Todo este post nació de una de esas fotos, donde aparece muy feliz y sereno. La vi como las de los pocos familiares que tengo agregados en mis redes y me di cuenta de que ya somos igual de extraños. La diferencia es que hace algunos años no era así y por una tercera persona todo cambió.

Como quieren que el resto de mis relaciones personales (¿cuáles?) funcionen si ni las más básicas, lo hacen.  

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