Tarde de sábado que huele a pasado. A tiempos de cuaresma, primeros calores del año y caminar por el centro. A que soy más joven y estoy mejor -aunque no lo note- a miles de planes y salidas.
Fines de semana de alcohol y música. Reuniones en los lugares más lejanos e inseguros pero que albergan mis mejores recuerdos estudiantiles. Alcohol en exceso, alcohol y él, alcohol y ellos. Alcohol.
La base de madrugada, frío y sin más que beber. Algunos duermen, los otros seguimos sedientos. La música no para, adentro los amantes duermen abrazados en un viejo colchón. Afuera espero sentada en la vieja mecedora, llegan con botellas en mano y yo en silencio, a obscuras. Una figura inmóvil les habla, se asustan. Seguimos bebiendo. El mismo disco se repite una y otra vez, a nadie parece molestarle, menos a mí.
Llega el día y salimos asqueados, cansados, pero felices. Un fin de semana más. Luego el otro y el otro.
Una de las canciones repetidas al infinito.
1 comentario:
Un fin se semana como este es memorable.
El alcohol en tiempos de cuaresma. Llega a ser envidiable.
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