30 de agosto de 2010




Hay días en que quisieras dejar de repetir ¿cómo estás?  y que la pregunta te la hagan a tí, para variar. No, no me refiero a la cortesía cuando saludas esperando una respuesta breve y mecánica:  bien ¿y tú? . Hablo de cuando alguien, ese alguien lo pregunta con la intención de saber más, esperando una respuesta amplia, quizás el inicio de la conversación bebiendo café. Genuino interés, eso.

Tengo más de un año preguntándolo, a diario.  Una, dos, tres veces al día.  Estar tan al pendiente de otro y que nadie lo este de tí, ni tú mismo. Tan cansado, pero  inevitable.

Lo bueno: empieza el semestre, lo malo: no sé si quiero empezar.

1 comentario:

EmiliTus dijo...

Es increible que esto mismo lo haya pensado durante la semana. Y este dfomingo me encuentre con tu escrito.

Tambien estaba cansandome de decir "como estas" diariamente, pero creo que es la frase mas sincera que puedes hacer. Quiza el problema radique en que tantas ganas tienes de dar una buena respuesta