12 de enero de 2011

Julia se cansa de recorrer el mismo espacio durante horas, no puede quedarse quieta. Detesta tener puertas y ventanas cerradas pero afuera hace un frío de invierno regio, los de antes. Adentro también.

La tragedia de no poder salir y no querer quedarse. La angustia de siempre, la culpa que la persigue por cada rincón.  Camina con sus muertos a cuestas llenando sus vacíos con fotos y sueños donde cobran vida otra vez. Los días son largos e insoportables, ya nada parece funcionar.
Finalmente vuelve a su refugio de cuatro patas, la seguridad bajo las sábanas en la habitación.  Cerrar los ojos como si no quisiera volver a abrirlos y tratar de no pensar, no sentir, no ser. 
Julia quiere dejar de ser.