Siempre tengo la sensación de que los meses avanzan muy rápido. Este año no fue así, al menos los últimos tres meses han sido lentos y difíciles. Octubre lleno de miedos y retos, un mes de dolores físicos. El más lento y desesperanzador. Noviembre se llevó a mi abuelo paterno y me dejó las culpas. Semanas de nostalgia y silencios. Diciembre es el de siempre. Un invierno a medias que, bien decía Él, siempre es el mismo. Por aquello de que para nosotros el invierno era siempre triste.
Pero este año ya se va, se terminó y yo estoy ansiosa por dejarlo atrás. Lo único que espero del siguiente es que cuando vuelva a escribir aquí para despedir el 2012 las noticias sean otras, un recuento un poco más feliz que este. Creo que ya es tiempo.
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