13 de noviembre de 2013

¿Hay algún tornillo suelto por aquí?

Hace un par de días que pienso en esa anécdota, creo que fue a raíz de alguna conversación pero no sé bien de dónde viene. L me decía que una de esas veces que comíamos en la cafetería de la escuela con Ri llegué en muy mal momento: por fin se había animado a confesarle lo que sentía por ella, que yo llegué y lo eché a perder. No usó esas exactas palabras pero el caso es que interrumpí y él ya no dijo nada. 
Es extraño,  me enteré de esto muchos años después, y aún me siento culpable. No tenía la menor idea y, sin embargo, siempre me sentí ajena cuando ellos dos conversaban en la cafetería todas las tardes. Yo lo hacía para evitar llegar temprano a casa, me aburría y buscaba pasar tiempo fuera.
Ellos tenían clases de idiomas: italiano y francés, creo. 
Me enteré de esto hace mucho y no había vuelto a pensar en ello hasta hace unos días. No sé porqué pero el recuerdo me persigue y me pone triste.  Incluso cuando me lo contaron recuerdo haber dicho: -Perdón, no tenía idea.  Creo que tiene que ver con él y ella siendo amigos y yo llegando a interrumpir no sólo esa tarde sino todas las que estuvimos juntos. Era primer semestre y en realidad todavía no éramos tan amigos (ellos de mí, claro), yo me sentía así cada vez que me sentaba en su mesa. La primera vez que los vi fue casualidad y me invitaron. Luego volví cada tarde, pero mi inseguridad   -tan linda ella-   siempre me hizo sentir ajena y fuera de lugar.  La confesión de L, muchos años después, confirmó aquello. 
El punto que no logro descifrar es porqué algo tan viejo y lejano viene hoy a  darme vueltas en la cabeza y aplastarme el corazón cada vez que lo pienso. 
Quizás el confirmar que nunca pertenecí, ni con ellas ni con ninguno de ellos. 

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