21 de julio de 2008


Hoy quería escribirle, marcarle por teléfono y pedirle auxilio. Escribí un correo largo, sentido, impulsivo, como todos los que le he escrito siempre. Al momento de decidir entre enviarlo o no, lo reconsideré y no, no mandé nada. Es un borrador guardado para recordar lo que pudo ser.
Le decía lo mucho que necesitaba su mirada atenta, tierna, penetrante mientras me escucha, mientras me desmorono. Su mano fuerte ahí, para mi. Su voz, todo él. Todo lo que me ofreció incondicionalmente mientras duró.
En lugar de eso me ahogué con ésta sensación que no se va. Después de todo no puedo esperar que todo siga igual, ya no puedo pedirle nada, perdí el derecho.
Ah, pero cómo duelen las cosas inevitables de la vida, las que trae el tiempo, las comunes, las que esperas que nunca lleguen a quien quieres. ¿Decirle que estoy sufriendo por lo que el tiempo le hace a los cuerpos? ¿Por el inevitable ciclo de la vida? No, hubiera sido un correo cursi y él ya no tiene porque tolerármelo.
Pero qué falta me hace.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

mándalo.

no tienes derecho a decidir por los demás.

tu has tu parte.

The Lizard dijo...

TU HAS LO KE SIENTAS Y PUES EL SABRA SI TE TOLERA O NO ...

Pelo dijo...

¿A dónde se irán todas esas palabras que no decimos? ¿Dónde flotan las frases que en algún momento nos privamos de decir, por miedo, por cobardía, por pereza, o porque “nunca se dio el momento apropiado para decirlas? Peor aún: ¿Qué habría pasado si las hubiéramos dicho?


Hay una gran diferencia entre lo que somos y lo que pudimos ser, el lugar en el que estamos y en el que podríamos estar, la compañía que tenemos y la que pudimos o podríamos tener… pero no somos, no estamos, y no tenemos. ¿Dónde están todas esas palabras? ¿Entre qué sentimientos? ¿Hablando con cuáles pensamientos? ¿Escupiendo qué injurias? ¿Derramando cuántas lágrimas? Esperemos que sea un lugar mágico y no infernal: como nuestra realidad.

Snif.

Lady Diabla dijo...

Hola mujer... llegue a tu blog no me explico como pero me doy cuenta que tenemos cosas en comun.

La primera... somos alcoholicas.

La segunda: ambas guardamos un escrito que necesita ser leido y no nos atrevemos a mandar, ambas escribimos cartas que nunca mandamos, ambas extrañamos a alguien desesperadamente, ambas prefeririamos arrancarnos la piel con las uñas para no sentir el dolor de esa ausencia...

Todos van a dar consejos de enviar las cartas... todos nos van a decir que seamos valientes y vale madres pero no es tan facil, como dicen las abuelitas "solo la olla sabe los herbores del caldo"

Y al final solo queda una bandeja de borradores llena... y unas caguamas vacias.