Hoy pinté durante seis horas seguidas. Me duelen los brazos, la espalda y los pies. Tengo días pintando un cuadro y extrañamente no tengo prisa por terminar. Siempre estoy sobre el tiempo, apurada por una fecha límite. Esta vez no. Lo raro es que no sé pintar de otra forma más que a contra reloj, cuando empiezo no puedo parar y si trabajo un par de horas solamente siento que desperdicio tiempo valioso.
Pinto como si me persiguieran, esa es la verdad. Hoy perdí la noción del tiempo y hace un momento que dejé los pinceles me di cuenta de que tenía muchas horas ya.
Ser obsesiva me sirve en algunas ocasiones.
Ahora, tirada en la cama, escribo esto y de repente tengo la necesidad de hablarle. No lo haré pero las ganas siguen ahí.
Muero de hambre pero estoy tan cansada que soy incapaz de ponerme de pie y buscar algo de comer. Quiero hablarle.
8:30 pm y el día se me fue tratando de hacer un tono piel ni tan amarillento, ni rosado. Un tono más oscuro para las sombras y uno más claro para la luz. Intentando que las pinceladas sean casi imperceptibles. Tratando también de no pensar en nada más que la pintura, los colores y corregir trazos.
Quiero hablarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario