25 de septiembre de 2013

Caín



Tengo entre mis discos algunos que están vetados. Entre ellos el que escucho ahora y nunca nunca me permito hacerlo. El disco entero, con sus 10 canciones, me tienen desde hace veinte minutos llorando por alguien que ya está bien lejos. No recuerdo bien porqué pero me lo regaló y es una de las pocas cosas que tengo de él. 

Sólo fue cosa de reproducir la primer canción y recordar que no debía escucharlo, que  duele. Volver a los años en que todo era más fácil aunque no lo notara, cuando nos veíamos a diario y todavía no me explotaba aquella bomba a la cara. Así pasa, uno se sorprende a las 4 am un día de septiembre recordando a un tipo que debe dormir plácidamente ahora.  Al tipo y a los que estaban con él, a los amigos de entonces. Los señores de ahora, los extraños. 

Luego decides que es hora de ir a la cama pero no puedes hacerlo hasta que terminen de reproducirse todas las canciones y sientas que completaste el ciclo. 
Le restan al recuerdo 2:54 minutos. Apuesto que voy a soñar con él y mañana estaré arrepentida.


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